Este es el punto aparte del blog, el cambio de página, lo que no tiene que ver con la temática propuesta pero que se atraviesa entre la cotidianidad, los afanes y descubrimientos diarios…
POBREZA A LOS DIEZ AÑOS
Ilustración de E. Arrigoni |
Hace unos días me encontré, en medio de mi ruta diaria, un grupo pequeño de indígenas, una pareja y cuatro niños, el mayor quizás con 3 años de edad, con su ropa rota y descalzo. Fue en ese momento cuando recordé el poema “Pobreza a los diez años” de Matilde Alba Swann, el cual compartió en su libro Canción y grito en el año de 1955 y que hace varios años declamé:
Toda mi angustia tuvo la forma de un zapato.
de un zapatito roto, opaco, desclavado.
El patio de la escuela... Apenas tercer grado...
Qué largo fue el recreo, el más largo del año.
Yo sentía vergüenza de mostrar mi pobreza.
Hubiera preferido tener rotas las piernas
y entero mi calzado. Y allí contra una puerta
recostada, mirando, me invadía el cansancio
de ver cómo corrían los otros por el patio.
Zapatos con cordones, zapatos con tirillas,
todos zapatos sanos. Me sentía en pecado
vencida y diminuta, mi corazón sangrando...
Si supieran los hombres cuánto a los diez años
puede sufrir un niño por no tener zapatos...
Qué anticipo de angustia. Todavía perdura
doliéndome el pasado. El patio de la escuela
y aquel recreo largo...
Mi piecesito trémulo, miedoso, acurrucado.
Mi infancia entristecida, mi mundo derrumbado.
Un pájaro sin alas, tendido al pie de un árbol.
La pobreza no tiene perdón a los diez años.
Ahora te pregunto a ti, que estás tras la pantalla leyendo estas líneas, ¿qué te faltó a los 10 años?